martes, 22 de julio de 2008

Casablanca con graffiti


Cuando empezamos a estudiar al personaje aliado del protagonista en las películas, el profesor llevó Casablanca. “Debo de ser la única persona en el mundo a la que no le gusta Casablanca”, el comentario se escapó de mis labios. Pero no pasó de largo: el profesor levantó los ojos y los calvo en los míos de una forma que me dio vergüenza. ¡Yo y mi bocota!

Pero es cierto, Casablanca pasó en mi vida sin pena ni gloria. Tal vez porque, después de tantos comentarios esperaba mucho más de ella. Pronto descubrí que no era sólo la película en sí, sino Humphrey Bogart. ¡Yo y mi computadora! Hacer público que no admiro a uno de los más grandes actores de la historia. Hacía todos los personajes con la misma postura recta y dura; y la voz de locutor sin emoción. “Pero las tenía a todas muertas”, me dijo otro profesor, con acento español, cuando le dije lo que pensaba.

Supongo que ahora ya estoy jugada. No hay marcha atrás. Me molestó que le dijera a Ilsa que siempre tendrían Paris de la misma forma que dos minutos antes había apuntado a Louis con la pistola.

De todas formas, la película marcó un momento en la historia del cine y (aunque no comparta) hay personas que terminan de verla llorando. La canción es muy buena y si hay un momento de la película que me gusta es cuando Ilsa le pide a Sam que la toque una vez más. Algo de importancia ha de tener para mí después de todo, porque la primera crítica de película se la dedico a ella: Casablanca. Pero con graffiti rojo.